El primero...

Fluir sin un fin
más que
Fluir


Se puede recordar la primera vez. Millones de películas se deshacen en esfuerzos para presentar ese momento como mágico, irrepetible, e incluso los americanos, con eso tan suyo, lo decoran con fuegos artificiales y música sentimentaloide.
Sin embargo, sabemos, nuestra vida de grano grueso, de ISO 800, poco tiene que ver con ese almibarado retrato.
Quizás sea por eso que mi primera vez la recuerdo con una sonrisa, pero mi primer orgasmo me deja sin palabras.
Ya no me da pudor relatar que sucedió algunos años después de mi iniciación en este deporte tan exquisito como adictivo. Tuve primero que entender que fue y no fue culpa mía. En mi ansiedad, en mi deseo de dominar la materia, preferí engañarme creyendo que sentía antes que esperar pacientemente lo que de tan inevitable no admite ninguna simulación. El tema de mi inexperto partenaire lo dejamos ahí. Las damas no debemos tener memoria.

Cruza el amor.
Yo cruzaré los dedos...

Y fue así. Sin amor de por medio, pero con una condescendencia que se le pareció, por momentos, no sólo al amor, sino también a una sumisión digna de lágrimas. Otra de las mentiras del mainstream: para tener buen sexo hay que estar enamoradísimo del ser detrás del otro cuerpo(s) involucrado(s).
Fue el año en que Cerati sacó Bocanada. Lo recuerdo porque todavía persistía en una necedad bastante adolescente - era todavía adolescente, en rigor- que me impedía disfrutarlo. Varias cosas aprendí ese día, ahora que lo pienso.

La selva se abrió a mis pies
Y, por fin, tuve el valor
de seguir...

Llevábamos varios días descubriéndonos, aunque nos conocíamos desde hace un poco más. Fiel a su naturaleza depredadora, había esperado el momento justo para saltar sobre mi entonces vulnerable persona. Después de tres o cuatro encuentros, una vez saciada su ansia de novedad, comenzó a reparar en mí. Tan solo dijo:

- Vos no estás acabando

como quien tomara nota mental de la lista del supermercado. Por supuesto que me reí en su cara y le inventé no sé qué teoría de que mis orgasmos eran imperceptibles porque los disfrutaba sólo yo y no le quería dar el brazo a torcer - creo que incluso llegué a la torpeza de usar una expresión así, lo confieso- a cualquiera para que luego se adueñara de algo que al fin y al cabo no había provocado.
Muy linda teoría, la verdad. Impecable para esconder mi duda.

Bebiendo la pereza de soñar
Y es tan beautiful, como lo pensé

Hay exactamente un minuto y veintiún segundos de introducción instrumental en Beautiful. Nunca me había percatado, siempre lo sentí como el tema más corto del álbum.
Esa siesta fue memorable. A los introitos acostumbrados le siguieron trayectorias guidadas por su experticia, paciente, demandante, y también firme cuando había que serlo. Hubo momentos de rebeldía; quería y no quería darle ese honor. Muy pronto las ansias resolvieron todo dilema. Aún hoy las culpo a veces.
Fue perfecto y sorprendente. Algo nuevo, superior a lo que yo conocía. Imposible dominarse, todo control se reveló como estúpido y absurdo. Una vibración incontrolable que incluía también a mis cuerdas vocales. Nada de fuegos artificiales, pero sí una vuelta a la mejor montaña rusa que visité jamás.
Después, la calma.


Gracias por venir ;)

Regresos...

Sí, ya volví.

Muchos eventos impostergables me alejaron de este vicio exquisito y secreto.
En el medio, la indignación profunda por la pacatería de mi gente en el caso Villegas (tengo un post larguíiisimo sobre eso, pero no es pertinente acá) y la tragedia Cerati, que me llevó a recordar los preciosos momentos que siempre me brindó (su música, no Cerati, no me envidien en vano).

Pero bueno, acá estoy. Siempre se vuelve a lo que nos gusta, sobre todo si en algún punto tiene un matiz perverso. ;)

Tengo cámara de fotos nueva, así que si me animo ilustraré un poco los posts.

Gracias por la paciencia.